lunes, 29 de julio de 2013

Síndrome de Estocolmo en Ecuador


Me encuentro ahora mismo en el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito y voy a tomar un vuelo al aeropuerto El Dorado de Bogotá, en Colombia. Mientras escribo estás líneas, no puedo evitar que ciertas pocas lágrimas quieran visitarme en los ojos e intento retenerlas, para que no me pongan en evidencia entre tanto y tanto pasajero desconocido que me rodea. Me cuesta mucho. Sólo lloré una vez saliendo de un país; fue saliendo de Irán, y saliendo de Ecuador no lloro, pero siento que dejo atrás un país es maravilloso. Una gente formidable. Ecuador es un poema.
Ecuador es un himno a la diversidad; consta de tres zonas climáticas diferentes, que varían entre costa, sierra andina o selva amazónica; consta de pueblos y tradiciones muy diversos, como los pueblos que hablan quechua y que se distinguen sobretodo por los trajes de las mujeres -que suele ser una falda oscura con una camisa bordada, un sombrero negro- que son en realidad trajes extremeños y andaluces, impuestos por los españoles en el siglo XVII y que los turistas fotografían todavía como si siempre hubieran estado ahí. Esas mujeres también cargan sus bebés en la espalda, mediante pañuelos, y se nota que son de clase social más humilde que el resto de la población. También tienen una diversidad de pueblos enorme en el Occidente, en la selva, con tradiciones también muy diversas, y que no pude visitar. Ecuador tiene una biodiversidad apabullante; posee por ejemplo la reserva del Yasuní, en el amazonas, que es la reserva con más biodiversidad del mundo. También podemos hablar de la corriente de Humboldt, que llega a Ecuador desde la Antártida y que posibilita, que tantos animales diferentes y exclusivos habiten en las Galápagos, o también, que lleguen ballenas desde la Antártida, viajando durante tres meses, y que van sobretodo a tener a sus crías en la zona de Manabí. En Ecuador hay volcanes activos, como el de Baños, que estalló pocas horas después de que yo saliera de allí. Tiene bosques primarios, como el de Mindo y muchos otros, hay bosques secos, como el de Los Frailes y playas espectaculares. En Ecuador es absurdo decir eso de "tan bello era que no paraba de frotarme los ojos", porque si uno tuviera que frotarse los ojos por cada momento de belleza que vive en este país, se quedaría ciego de tanto rascarse. Y lo peor es que, como ya he dicho, pese a toda esa belleza incomparable, lo más lindo de Ecuador son sus gentes. Esta mañana, por ejemplo, llegué a Quito, casi sin dinero y no quería cambiar más dólares, porque los tengo en billetes de cincuenta y con billetes de mucha cuantía, siempre te hacen mejor precio en el cambio en otros países, así que una mujer me dejó comer un plato en un restaurante por menos dinero, y cuando ya no tenía y necesitaba una conexión a internet, le pedí a una mujer que me diera la clave de wifi de su restaurante, y me la dio con una sonrisa... Ecuador es un poema...
Esta semana la viajé enteramente con Raquel Alay, una ecuatoriana que conocí en Guayaquil, y ha sido maravilloso viajar con ella, porque he podido conocer muchas más cosas de la cultura ecuatoriana, que si hubiera viajado sólo o con otros turistas. Yo creo que a cambio, le he enseñado un poco a viajar. Ella alucinaba hoy cuando llegaba a casa habiéndose gastado la mitad de lo que había previsto, pero haciendo tanto o más de lo que había previsto. Estuvimos en el mercado de Otavalo, que es zona andina, en Mindo, que tiene paisajes con bosques primarios y yo nunca había estado en una selva tan angosta. Hemos estado en Puerto López y hemos visto saltar a las ballenas sobre el agua y eso era sencillamente una pasada; imaginad un autobús bien grande emergiendo del agua a gran velocidad, subir unos 20 metros o más e imaginadlo cayendo de nuevo al agua, en medio de un ruido enorme y de una hondonada enorme también, causada por el efecto del choque de su cuerpo contra el agua. Os aseguro que jamás olvidaríais ese espectáculo natural. Tan espectacular que yo todavía me froto los ojos y como decía más arriba, alguien o algo va a tener que impedírmelo para no quedarme ciego. También fuimos a Quito, que no es una ciudad especialmente bonita, sin embargo, tuve la enorme suerte de que justo ese día Evo Morales estaba visitando la ciudad para una reunión con Correa, lo que me permitió verle y sentir hasta qué punto admiro a este jefe de estado y todos estos dirigentes de América Latina, que están dando un cambio radical al continente. Por último fuimos a Baños, que es muy bonito, pero que por ciertos pequeños problemas míos de salud, no pudimos disfrutar mucho. Lo más relevante fue para mí, que hice puenting por primera vez en mi vida y que fue divertido bailar un poco de salsa llegada la noche.
Ya estoy bien, respecto a lo del médico y tal, además, debo decir que me gustó la experiencia de ir a un médico en Ecuador... ¿Os imagináis qué ocurriría si un ecuatoriano va ahora al médico en España? Exacto, esperemos que no tenga nada muy grave, porque sino no le atienden y se queda ahí. Pues a mí en Ecuador me atendieron gratuitamente, con medicinas y sonrisa incluida... ¿Que por qué? Muy sencillo, porque estaba en un país socialista y no tiene nada que ver ir al médico en un país socialista y en uno capitalista. Es increíble cómo Ecuador está cambiando a pasos de gigante, y cómo poco a poco se está acercando a estándares sociales europeos, y eso es gracias a su presidente. Rafael Correa ha cumplido sus principales promesas de campaña en su primer mandato al iniciar el desmantelamiento de las políticas neoliberales y mejorar las condiciones de vida de la población. Economista y académico, fundó el movimiento Alianza PAIS con el que obtuvo la presidencia y ha gobernado desde entonces. Correa se unió al Alba, con Venezuela y Bolivia, y según datos de la Cepal, Ecuador ha abatido la pobreza sostenidamente durante el gobierno actual y sólo en 2012 la redujo del 37.1 al 32.4 por ciento. El presupuesto educacional se ha incrementado de 2.5 por ciento del PIB en 2006 hasta alcanzar 6 por ciento en 2013, uno de los más altos de la región. La inversión en salud ha escalado de 561 millones de dólares en 2006 a 1774 millones en 2012, equivalente a 6.8 por ciento del PIB. En colaboración con Cuba se producen medicamentos genéricos distribuidos gratuitamente. Se han construido también miles de carreteras, por donde circulan los humanos y sus negocios. La economía ha crecido como pocas en la región con una política anticíclica, fuerte aumento de la inversión pública, intervención estatal y una considerable elevación de su participación en la renta petrolera. Son logros tangibles, concretos, innegables, que han ganado el apoyo popular y elevado el prestigio de Ecuador y de su presidente en esta región y en el mundo.

Selvas, montañas, playas, ballenas, volcanes, calor, quechuas, incas, salsa, como decía, Ecuador es un paraíso, del que es difícil escapar, Ecuador es la ballena que salta veinte metros por encima del nivel del mar y cuando cae, en medio de un estruendo ensordecedor, nos deja a todos frotándonos los ojos...

¡Parad de frotar o quedaréis ciegos!

domingo, 7 de julio de 2013

El desierto del Tatacoa


Estoy sentado en una mecedora en medio de lo conocido como el desierto del Tatacoa. Oigo unos caballos comer, oigo alejados unos niños jugar a algún juego con números, sopla una brisa suave, la noche me acompaña y una fría cerveza, y en incesante vaivén levanto la vista hacia este cielo tan despejado como exuberantemente estrellado y bajo la vista y escribo. Habría que ser necio para pensar que se puede ser más rico que alguien que ve al mismo tiempo en el cielo "la cruz del sur" y "la estrella polar", majestuosamente señalada por el final del "carro de la osa" cuando sumamos cinco veces la distancia entre las estrellas Merak y Dube. Esto no es un cielo: es un epustuflante espectáculo y una ofrenda de la naturaleza al humano, en la forma del fuego de una inefable lluvia de estrellas...
Viajo ahora con una francesa, Amandine, y con Mauricio, un colombiano que es muy buena persona y que me habla de ovnis, de dioses y de causalidad, bajo este tan sugerente traje de luces cósmico. Yo le contesto que no creo en dioses, que otras vidas deben existir pero que jamás vinieron de visita, que creo en la casualidad y que creo en el fin tras la  muerte, y que es justamente la consciencia de ese temporal e insignificante momento que es la vida, la que me da tanta fuerza para vivirla tan intensamente y que no necesito ninguna explicación trascendente para ser consciente tanto de mi pequeñez vital, como de la enorme grandeza inexplicable de la vulnerable invulnerabilidad de vivir este momento. Yo no le convenzo, ni él a mí tampoco.  Sin embargo, me gusta que esté aquí. Algo que me gusta de viajar en este país, es que de algún modo, siempre estoy con colombianos y que no tengo que compartir mis momentos con turistas, que podrían enseñarme muchas menos cosas sobre estos lugares y culturas.
Vuelvo a mirar al cielo y a lo lejos se divisa una muy activa tormenta eléctrica que creía que jamás llegaría y que luego me contaron que en este desierto puede llegar, que llueve a veces, porque es un desierto tropical semiárido.  Alguien pasa en uno de los escasos coches que transitan el camino de tierra y suena salsa desde los altavoces del automóvil, lo cual es otra de las cosas que me encantan de viajar por Colombia, como ya me gustaba de viajar por Ecuador. También puede sonar mala música; hay vallenato, hay reggaetón, hay  música electrónica y malos músicos, claro. Pero muchas veces suena salsa, y la salsa compensa cuando suena, por todos esos momentos que yo considero como "contaminación acústica" de la música para oídos inexpertos ¡Qué placer da viajar por un país en que a menudo pasa buena música por la radio y donde la gente la vive tan intensamente!
Vuelvo a mirar al cielo, cada vez más poblado de estrellas, y al tiempo que reconozco algunas constelaciones y algún planeta, reconozco también que me lo estoy pasando genial en este viaje, y que si lo paso tan bien es, de una parte, gracias a sus paisajes, a sus lugares-que-ver, pero es ante todo por sus gentes. Sé que me repito, que ya lo dije en otro post, pero es que salí enamorado de la gente de Ecuador, y sigo igualmente enamorado de la gente de Colombia. Estos latinos son maravillosos, con sus sonrisas, con su fuerza para vivir, con su espíritu solidario, con su curiosidad educada que pregunta de dónde vienes, que hacen no sentir solo, con sus ganas reales de saber quién eres, de compartir buenos momentos. Llevo dos semanas de viaje por esta parte del mundo y creo ya estar en la certeza de que este viaje lo guardaré en la estantería de "los mejores viajes", de esos que se recuerdan cuando faltan las fuerzas para vivir el hastío del día a día, de esos que despejan las tormentas y hacen aparecer el sol de las sonrisas, en los días tristes.
Hay solamente algo que no me gusta de viajar por este país, y es que el transporte es muy caro, en consecuencia de la falta de petróleo. El precio por comer es irrisorio; se pueden comer copiosos platos por menos de tres euros cada vez, pero se viaja por una cantidad de dinero enorme comparado con el precio de la comida y del alojamiento. Además, las carreteras son muy accidentadas por la orografía y eso convierte trayectos de doscientos kilómetros en cinco horas de viaje. De todas formas eso no cambia incluso la sensación de que podría quedarme a vivir aquí.
Vuelvo a mirar al cielo y los grillos silvan tan fuerte que ya no oigo a los niños que jugaban, estoy solo y la tormenta eléctrica se aleja y despeja cada vez más. En la mañana visité las maravillosas formaciones rocosas de este desierto rojo, de insensibles grietas arañando la tierra de cactus preciosos. Mañana me marcharé a la zona cafetera, cerca de Armenia, donde me hospeda un chico de Couchsurfing y al final de la semana estaré en Cali, donde tengo muchas ganas de ir, por lo tanto que me habló de la ciudad mi buena amiga caleña Johana Ciro, que vive ahora en València. Miro por última vez al cielo, me siento muy afortunado, y viene a mí una y otra vez una frase que me dijo una vez un vasco en otro desierto, el Wadi Rum de Jordania, donde estaba también con mi padre, y que dice que "los ricos pueden dormir en hoteles de 5 estrellas, pero que los pobres pueden a veces dormir en hoteles de millones de estrellas".

!Que los grillos bailen salsa con los astros en vuestros sueños, yo no tengo que soñarlo, sólo mirar, así que dormiré con los ojos abiertos! ¡Buenas y deliciosas noches desde la tierra del sabor!

jueves, 4 de julio de 2013

Colombia es la mecha encendida de un cohete de fuegos artificiales


Confieso que hace mucho que no escribo, lo sé, pero es que en este viaje no tengo tantas ocasiones. La cuestión es que en cualquier otro de mis viajes, sacar el ordenador a la vista de la gente no suponía ningún problema. Digamos, que en esta parte del mundo, si a alguien le gusta tu ordenador, puedes tener un problema.
Me encuentro ahora mismo en Colombia. Y debo admitir que la entrada en Colombia me daba más respeto que la de otros países: los cárteles de Medellín y Cali, la lucha por el control de la coca, la guerrilla en la selva, los paramilitares para acabar con la guerrilla, los secuestros, la violencia en las calles, los robos a mano armada, etc. Causan respeto. Sobretodo si nada más entrar, conoces a un sociólogo, como me ha ocurrido a mí, justamente especializado en el problema de la violencia en Colombia. Me contó cómo de niño en su casa de Cali, estalló una bomba contra una de las oficinas del Cartel. Era una guerra en la que incluso había escuelas de sicarios para poder acabar con enemigos o competidores, por no más de cincuenta dólares. Es el injusto valor que a veces se da a la vida. Colombia causa respeto, sí. En todos los transportes que me monté hoy, en cualquier momento surgió el tema de la violencia, de los robos, de los atracos.
Hoy viajé en lo conocido como el trampolín de la muerte, que es una carretera en muy mal estado, en donde hay muchos accidentes, y en donde encima, también hay muchos atracos a mano armada. Me costaba creer pese a todo, que toda esa violencia suceda en un país en donde sus gentes son tan sonrientes y amables, tan acogedores. Desde que entré al país, todo el mundo me trata súper bien, todo el mundo conversa conmigo, me ayuda, y me salen amigos por todas partes. Algo que me sorprendió también, viniendo de Ecuador, es la diferencia en la que se encuentran ambos países, en cuestión de limpieza de las calles, de buenas carreteras, de seguridad, de pobreza. Y me atrevería a decir, con lo poco que he visto, que el sistema socialista de Correa funciona mil veces mejor que el Colombiano. Y pese a todo, quizás sea injusto comparar, porque la historia de ambos países es muy distinta y quizás Ecuador no tuvo que resolver los graves problemas que tuvo que resolver Colombia,  y que son muchos.
Ahora bien, no todo son puntos negativos -quería escribir esta parte al final, para no dejar un tan mal sabor de boca-, y es que Colombia es precioso. Hoy crucé la frontera y me vine directo hacia San Agustín, donde hay unas muy conocidas ruinas de hace cinco mil años de antigüedad, y de camino aquí creo haber visto unos de los paisajes más bellos que jamás vi en la vida. Jamás vi una vegetación tan frondosa, entre montañas tan altas, con valles jugando a romper tanto y tanto desnivel, con tanta planta y tanto árbol luchando por conseguir crecer, por conseguir ser vistos. Y también es cierto que el mismo sociólogo que me habló de la violencia en Colombia, me habló a su vez de sus platos, y me recomendó probar unos cuantos. Le dije que iba a ir a Cali y me dijo que estaba yendo al centro mundial del sabor, y es que dicen que Cali es la capital mundial de la salsa, y aquí el baile es toda una institución y todo el mundo lo baila y todo el mundo lo entiende. Yo por mi parte ya he dado mis primeros pasitos en salsa, pero ¡qué difícil es! En fin, a ver si al final de este viaje, por países tan salseros, puedo al final decir que aprendí alguna cosa de este delicioso baile.
Ya dejé Ecuador, y volveré dentro de tres semanas. Decidí hacerlo así para poder viajar una semana con una amiga ecuatoriana, Raquel Alay. Y tampoco me puedo olvidar de la gente que conocí en Guayaquil: de Raquel, por supuesto, pero tampoco de Leonardo, que me acogió durante unos cuatro días en su casa, y que no siendo bastante, él y sus amigos me pagaron un restaurante magnífico de marisco ¡Cómo sentí tener tanto sueño el día que me invitaron y parecer un asocial, cuando lo que pasaba en realidad era que estaba muerto de sueño de haber salido de fiesta un día antes a la playa en Ecuador y pasar la noche bailando y bebiendo! ¡Me dormía de pie!

Ah, en fin, lo estoy pasando bien. Colombia se abre ante mí con perspectivas diferentes a las de Ecuador, pero tan interesantes las unas como las otras. Espero pasarlo aquí tan bien como lo pasé en Ecuador, espero que este país que es pólvora y belleza al mismo tiempo, que es la mecha encendida de un cohete de fuegos artificiales, me regale al estallar esas bellas formas que ya me ha regalado Ecuador, que me regale fotografías mentales; instantes y abrazos que poder recordar, que poder contar algún día, y que pueda yo seguir pensando que este mundo es precioso, que la vida es salsa, y que esta vida mía fue un baile tan enérgico como maravilloso...

¡Salsa y más salsa!

viernes, 28 de junio de 2013

Los descomplicados


Cuesta mucho en Ecuador irse de las ciudades. Esta mañana estaba en Cuenca, donde he pasado los dos últimos días, y donde me ha costado mucho irme.
Antes de llegar ya mucha gente me informó de que era una ciudad muy bonita, incluso tengo un amigo de Cuenca en Toulouse, que me habló de ella, y en la anterior casa en la que dormía alguien me dijo que Cuenca le parecía la ciudad más bonita del país. En efecto, Cuenca es preciosa. Es una coqueta ciudad de origen colonial, de bellas casitas bien adornadas, nunca altas, antiguas, con multitud de plazas también. Tiene además las humitas y los tamales, que son especialidades culinarias conquenses, a base de maíz, de alta capacidad adictiva. Se puede aprender a bailar salsa, aunque un primer intento del que escribe haya resultado patético. Y cuenta con iglesias bastante bonitas, si aceptamos que, en realidad, las mejores catedrales estarán siempre en Europa, por tradición y por poder económico histórico. El clima es también de los mejores de Ecuador...
...pero el atractivo físico de sus ciudades no es lo que hace que sea tan difícil marcharse de alguna de ellas en Ecuador, en este caso Cuenca.
Tampoco lo es el hecho de que en Ecuador haya tan pocas ciudades. Hoy recorrí 179 km entre Cuenca y Guayaquil, y no encontré ni una sola ciudad en el camino. Por cierto, visité un parque natural precioso que es el de Cajas, y desde Cajas, como no me cogía ningún autobús, tuve que hacer autostop, y sólo me cogió una pequeña camioneta, que me dejaba ir atrás, al aire libre. Al principio, por la altura, pasé un frío terrible -estaba a 4000 metros en el parque- pero a medida que descendiamos, me sentí mejor y hasta casi me duermo. Pero en fin, no es tampoco el hecho de que hayan pocas ciudades lo que hace que no quieras irte de una, escogida al azar...
Tampoco te querrás quedar en sus ciudades, sólo para aprender el dialecto Ecuatoriano, que le pone a todo divertridísimos diminutivos tales como "pasajeritos bajen del autobús", o eso está "acacito" o "allacito". Pero bien, la razón por la que no querrás irte de sus ciudades tiene mucho que ver con ese dialecto, que utiliza palabras que en España no se usan, como la palabra "descomplicado". Tenéis que saber, que otro de los deportes nacionales ecuatorianos, a parte de aquel de "te va a pasar de todo", es decir que ellos son descomplicados; que viene a ser algo así como que se es alguien que no busca problemas, que trata de hacer la vida fácil a los otros, que trata de ser agradable, de discutir tranquilamente... y en eso los ecuatorianos son maestros...
En efecto, si no querrás irte de sus ciudades, es ante todo, por los ecuatorianos en sí mismos. Es difícil encontrar gente tan agradable en el globo entero, y creo ya poder hablar en propiedad, después de haber visitado ya tantos países. El ecuatoriano hace la vida fácil a las personas que le rodean y encuentra, les da cariño y bellas palabras sin miramientos, sin medida....
Es en este sentido, que no me podía marchar de Cuenca hoy. Conocí ayer a Joy que me albergaba y más tarde a Isabel, que son dos personas, la primera muy dulce, y la segunda, llena de una energía muy especial. A veces me digo en mis viajes, que me gustaría fundar una ciudad con toda la gente que encuentro viajando y que es genial. Los viajes servirían entonces para encontrar gente que meter en tu ciudad. Y es que mira que es difícil marcharse de alguna ciudad cuando gente te pide con abrazos que no te marches...

En fin, si tantas emociones fuertes no se calman, me voy a tener que plantear seriamente vivir por estos lares...

¡Gracias amigos ecuatorianos!

miércoles, 26 de junio de 2013

Primeras impresiones sobre Ecuador


Me encuentro ahora mismo en en Loja, alojado en casa de unos franceses de Couchsurfing, que me han incluído muy rápidamente en sus actividades y que ayer hicieron una cena espectacular para despedir a un amigo, a la que estaba invitado. La ciudad es bonita, tampoco espectacular. Algo que me encanta es que se puede salir tranquilamente a la calle. No hay la inseguridad ciudadana que podríamos encontrar en Guayaquil, donde cada vez más gente me cuenta barbaridades que les han ocurrido. Ayer fui a Vilcabamba, que sí es un lugar muy bonito, visité el parque del todocarpus y debo decir que mi cansancio, por no haberme habituado aún al horario jugó en mi contra y no me permitió caminar tanto como hubiera querido, pero al menos caminé unas cinco horas.
Una de las primeras cuestiones que me ha llamado la atención es lo moderno que parece Ecuador. No lo podría haber imaginado así antes de venir, sobretodo sabiendo la cantidad de tribus perdidas en el amazonas que aún tiene y la gran variedad de zonas aún en estado salvaje. Pese a ello, no hay casi coches viejos en las calles y podemos encontrar la última tecnología en las tiendas, las aceras están más o menos limpias, la higiene en las casas es como en Europa, o mejor y la gente es bastante educada, y hay farmacias por todas partes...
Además, comía hoy en un bar y por casualidad escuché la nueva ley de información. Resulta que a partir de ahora un 33% de la información va a ser pública, un 33% privada y un 33% de las comunidades. Bravo ecuatorianos, es así como garantizamos que el sector privado no pueda dominar la información de un país... Cada vez más, con el poco tiempo que llevo aquí, tengo la sensación de que este país funciona. Esta nueva ley no es más que un gran ejemplo. Los ecuatorianos están entusiasmados, aman su actual situación, aprecian los cambios que se producen. Les falta tiempo, cuando hablas con ellos, para que muy pronto te hablen de lo que estiman lo que les está pasando y lo que aman a su presidente; Correa. Me da la impresión de que se están sentando aquí las bases para un futuro muy próspero, que no se centa en la finanza como en Europa y que por eso va a ser sólido. Debe haber opositores, seguro, haberlos aigos como las brujas, porque yo aún no he encontrado. De seguir así, pienso que en este país en veinte años, y si España sigue haciéndolo tan mal, se producirá un cambio en la balanza y se vivirá mejor en Ecuador, que en España. Lo único que funciona mal aquí por lo que he visto hasta el momento, son los salarios, que todavía son muy bajos, y la posibilidad de visa, que por cierto, todos me dicen que la embajada española es la peor concediéndolas... También la inseguridad, claro, y la gran cantidad de policías exageradamente armados que hay en las calles. Pero como las cosas sigan así y en Europa no comprendamos muchas cosas, veo a los europeos huyendo en manada hacia estos lares u otros... al tiempo. Con la (in)volutad política de nuestros gobernantes y la incultura general de nuestras dormidas sociedades, pronto no quedarán más que bancos y esclavos en la vieja y triste Europa.
Hoy fue mi primer días de descanso aquí. Todavía, desde que bajé del avión no había descansado ni un minuto, y el cambio de horario me estaba matando. Así que hoy me tomé el día libre y me lo pasé durmiendo en una gran cama que tengo aquí, la primera tan buena de todo el viaje. Mañana marcho a Cuenca.

¡Pronto os cuento más cosas!

lunes, 24 de junio de 2013

De vuelos y de nuevas sensaciones


Me encuentro en un vuelo transoceánico, atravesando el atlántico norte destino a Guayaquil, vía Miami. La mochila, que está en la bodega más llena que nunca, con sus crujientes cremalleras resistiendo todos y cada uno de mis caprichos, creo que va ante todo cargada de ilusión; de un entusiasmo seguramente mayor que la altura en metros que ahora mismo me separa del suelo. Pero también de curiosidad, de intriga, y al mismo tiempo, como no podría ser de otro modo cada vez que nos lanzamos hacia lo incierto, lo desconocido; de ciertras inquietudes. Que a muchos asustan, pero que a mí me hacen sentir rabiosamente vivo, y que supongo que se irán diluyendo o transformando, una vez el primer pie puesto en tierra.Me encuentro en un trayecto transatlántico y pienso ahora en lo cortas que son las distancias en la actualidad y en  cuántos cambios ha traído al respecto ese "buen mal" por todos conocido como "el progreso". Cuando los primeros conquistadores llegaron a las tierras hacia las que me dirijo, Colón pensó que conseguiría su objetivo en quince días. Llegó en un mes, y debió para hacerlo, prometer a sus marineros amotinados por el miedo y las penurias del viaje, que si en tres días no había signo de tierra firme, la expedición daría media vuelta. En la mañana siguiente al día del motín, la casualidad quiso que un marinero avistara una gaviota, y esa misma casualidad quiso que Colón llegara a ese nuevo continente -que él esperaba que fuera la India y no lo fue-, tres días más tarde.
Me encuentro en medio de un vuelo transoceánico, y voy a tardar menos de nueve horas en cruzar ese charco misterioso, y casi maldito, tan cargado de connotaciones, de historias, testigo de grandezas y de imperios ahogados en el fondo de sus abismos, que la primera vez costó un mes de atravesar y que yo atravesaré mientras escribo estas letras, en sólo nueve horas. Voy a pasar dos meses y medio entre Ecuador, Colombia y Venezuela y surco ahora los cielos hacia mi destino, y tengo que confesar, por muy ingenuo que pueda parecer, que me siento un poco como uno de esos primeros marineros de las naves de colón. Después de todo, ellos como yo iban en viaje hacia lo incierto. Me encuentro en medio de un vuelo transoceánico, transatlántico, y esta noche,que tendrá un día siete horas más largo para mí, dormiré en Guayaquil, Ecuador, o en un autobús destino a Loja. Destino, como digo, hacia lo incierto.


¡Pronto os cuento mis historias!

II

Llegué a Ecuador y me pasaron cosas que me hicieron recordar aquello que decía Michel Foucault. Decía él, que cuando llegamos a un país, ya nada más llegar, el primer taxista que encontramos, ya nos habla con sus palabras de los temas que se tratan en el país. Entonces, decía él, que no hace falta ir a encontrar la gente más cultivada de un país, un simple taxista te pondrá al corriente de las cosas que ocurren, de los temas, y ese conocimiento se irá cumplimentando con cada persona que se encuentre más tarde.
Pues bien, a mí me pasó que ates de bajar del avión, conocí a una mujer muy simpática, que me ayudó mucho, y que era concejal para Correa en una ciudad llamada el Loro. Y me pasó que en cuanto bajé del avión y tomé un taxi, y el taxista me dió un discurso entusiasmado a favor del presidente y contra los oligarcas y corruptos que empobrecían antes al país. Y mientras llegaba a la casa de Leonardo, un couchsurfer de muy buen rollo, que me aloja, vi murales dando el pésame a Hugo Chávez. Podéis imaginar entonces el entusiasmo y las espectativas de conocimiento, que se sentía abrirse, ya desde los primeros minutos. Hace años que no viajaba a un país donde puedo hablar la lengua de todo el mundo y esto es tan genial... entender a taxistas, camareras, policías... Abre un espectro enorme de conocimiento, pero también de diversión, de entretenimiento.
Estoy ahora en casa de Leonardo, y me voy a tomar un tren nocturno hacia Loja. Este día visité Guayaquil, que me gustó mucho más de lo que podía pensar. Siento que estos países me van a enganchar mucho. Hay gente genial, que ya encontré. El deporte nacional es decirme que todo está cargado de peligros, pero luego todo el mundo me ayuda mcho, para que no me pase nada. Me recuerda a cuando estaba en Kazahstan y ocurría lo mismo. La verdad es que yo no vi ningún peligro... Espero que siga así.

Estoy muy bien, la verdad, estoy en mi salsa, lo sabéis, en la salsa de los antiguos Incas, y pienso bailar con ellos esa salsa marchosa de los Incas que bailan salsa...

¡Hasta el próximo baile!